Podcast. 1×07: No hay aburrimiento en el confinamiento

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Podcast de confinamiento. El pequeño Vikingo en la terraza con botas, anorak y paraguas en un día lluvioso.

—Este 2020 va a ser un gran año, ¡Me da buenas vibraciones!— decía yo celebrando el año nuevo. Y desde luego enero y febrero estuvieron cargados de fantásticos planes y noticias, pero llegó marzo y menuda sorpresa nos dio este 2020. Sorpresa por llamarlo de alguna forma, ya que las sorpresas no tienen porque ser siempre buenas.

Llevamos un mes confinados y aunque ha habido días de todos los colores, no podemos quejarnos de nuestra situación.
En este episodio queremos contaros un poco como estamos llevando el quedarnos en casa sobre todo en cuanto al peque. Como nos las arreglamos para poder ayudarle en las actividades que nos mandan desde el colegio, como le entretenemos sin caer todo el rato en el tándem TV/Tablet pero que en ocasiones nos salvan la vida… y en general nuestras impresiones y reflexiones en esta situación tan atípica.

¡dadle al play! 😉

Cuando es tu hijo quien tiene que verte

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Pensé contarlo en un hilo de twitter, luego creí mejor hacerlo en el podcast de La Familia Vikinga e incluso pensé en guardármelo para mí y no contarlo en absoluto porque así somos muchos de nosotros, preferimos guardarnos nuestras pequeñas miserias y no airearlas. Al final sin embargo, decidí que si creé la cuenta de Viking’s Mama con sus RRSS, blog y podcast, es para contar como es la crianza a ciegas de un niño sin discapacidad, y como todo en esta vida que tiene momentos preciosos y otros más difíciles, hoy toca contar uno de los difíciles. NO para victimizarme ni para que nadie sienta compasión, de hecho ése es un sentimiento que cuando percibo que va dirigido a mí, llevo muy mal, y me cuesta horrores gestionar porque no creo que nadie deba compadecerse de mi situación ya que no hay motivos para ello.
A estas alturas y después de todas estas reflexiones, creo que me apetece más escribirlo tranquilamente, sin límite de caracteres ni de minutos. A mi ritmo y tomándome todo el tiempo del mundo para pensar como contarlo y expresarlo de la mejor manera que sepa.
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El síndrome de la mala madre o como no saber ser felices.

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¿Vaya título no? Toda esta reflexión viene a raíz de las vacaciones de verano del Vikingo. Mis padres, como unos avis cracks que son, nos comentaron a Juanjo y a mí qué nos parecía si en vez de apuntar al Vikingo a un casal, se quedaba con ellos a pasar el mes de julio en el pueblo a disfrutar de la piscina, el jardín, su bici, sus primos mayores y sobre todo disfrutarse mutuamente avis y nieto.
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¡Mjöllnir arriba! joyas personalizadas con Tatilei

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Hay muchas cosas que desconocía antes de quedarme embarazada y una de ellas, eran las joyas personalizadas. desde que las conocí estando embarazada del vikingo supe que quería una de ellas para commemorar el día de su nacimiento.
A partir de ahí, empecé a pensar y repensar ya que no quería una joya cualquiera, quería una que tuviera su simbolismo para mí y claro, quería a alguien que la pudiera crear con todo el cariño del mundo y atendiendo a mis peticiones.

Dándole vueltas a todo esto me topé con Tatilei, empecé a mirar sus propuestas en plata de ley tanto para embarazadas como para mamis, papis, abuelos… y me encantaron.
El nombre de Tatilei viene dado por la unión de los nombres de las dos hijas de la creadora de esta marca, son Tatiana y Leia y su mamá, la artífice de todo esto que es Lola. Desde que contacté con ella la primera vez fue todo super sencillo y ella fue un encanto. Le conté todo lo que yo quería y no me lo pudo hacer más fácil.

Por un lado quería encargar unas pulseras para mi amiga Noe y su pequeña Alba y quería que fueran pulseras iguales para que ambas pudieran lucirlas juntas. Además yo sabía que era algo que a Noe le haría especial ilusión.
Me dejé aconsejar por Lola y entre ambas escogimos esta preciosidad:
Pulsera nube + infinito
Así que le pedí dos iguales con el nombre de Alba por una cara y en la otra su fecha de nacimiento, y ella se puso manos a la obra porque para la mami sí la tenía pero una de tan pequeñita como la necesitábamos para Alba que tenía justo un añito… no, así que la creó ella misma cambiándole el cierre para que no la pierda nunca.
Éste es el resultado.

Las manos de Noe y Alba con sus pulseras nube

Y luego vino la traca final, mi joya. Yo la quería totalmente personalizada y así se lo comenté y me dijo que no había ningún problema.
Me decidí por un colgante y siendo mi hijo un vikingo, estuve buscando qué símbolo se adecuaba más a lo que yo quería. Al final estuve entre dos, el vegvíssir y el Mjöllnir.
Por características de las piezas y de la dificultad a la hora de la fabricación y grabado de la joya, el elegido fue el Mjöllnir, el martillo de Thor. Pero ay! había muchas representaciones del martillo…, ¿cuál iba a escoger yo?
Así que de nuevo pedí asesoramiento, esta vez a una gran conocedora de los vikingos y su mitología y a la cual tengo la gran suerte de conocer personalmente, Aranzazu Serrano, la autora de la novela Neimhaim que me ayudó a escoger la representación del martillo y también me mandó el nombre de mi vikingo en rúnico, ya que una cara del Mjöllnir llevaría Eric escrito en rúnico y en la otra su fecha de nacimiento.
Así quedó la obra de arte.

El Mjöllnir por la cara grabada en rúnico

Estoy contentísima con los resultados. Las pulseras para Noe y Alba las tuvo listas en una semana o menos, mi joya tardó más pero el resultado como podéis ver, vale sobradamente la pena.

Hace muchos meses que me llegó mi encargo pero hasta hace bien poco no pude darle a Noe su sorpresa y por tanto no podía publicar el post pero por fin, puedo decir que mami e hija están bien orgullosas de sus pulseras y yo de mi Mjöllnir.

Como apunte final, comentaros que en la web encontraréis descripciones de texto de las joyas, que los precios a mí personalmente me parecieron muy asequibles y que en cualquier caso Lola seguro que como hizo conmigo, no tendrá ningún problema en aclararos cualquier duda que os surja.
A parte de su web, también tiene twitter Tatilei. ¡A qué esperáis para seguirla y encargarle vuestros regalos navideños!

Abrazos vikingos y que los dioses os acompañen.

¡Feliz segundo día del nombre!

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Y ya tienes dos añitos mi pequeño vikingo. Dos preciosos años en los que has crecido mucho, aprendido tú y hemos aprendido los que te queremos y rodeamos.
Estás y eres precioso, cada día más parlanchín, aumentando tu vocabulario y tu destreza al ablar con frases cada vez más a menudo de dos palabras. Y aunque sacas a relucir de vez en cuando la rebeldía y genio típicos de esta edad, sigues siendo tan dulce y amoroso como siempre.

En tu segundo cumpleaños en el que ya eres más consciente del mundo que te rodea y empiezas a tener tus propios gustos, no podíamos celebrarlo de otra temática que no fuera tu adorada Patrulla Canina.

Mesa decorada de la Patrulla Canina

Ya ves, lo encontramos todo! platos, vasos, mantel, servilletas, globos y claro, hasta la guirnalda de ¡feliz cumpleaños!
Hasta tus tiets te regalaron un conjunto de plato, vaso y cubiertos de la Patrulla para que comas siempre bien acompañado de tus perrunos amigos.
Estuvimos toda la familia y aunque estabas blandito porque aún tenías algo de bronquitis, te lo pasaste bien, sobre todo con el parking que te regalaron con varios coches. Sí, los tut tut bólidos de Vtech cantarines, que si la grúa, que si el camión, el taxi, el todoterreno, etc.
Y llegó el momento del pastel y de soplar tus dos velitas.

Pastel sacher con figura fondant de Marshall encima

El sacher estaba delicioso y la figurita de Marshall de fondant, que por desgracia no hice yo porque no tengo esa traza, era tan preciosa que se salvó de ser devorada 😉 y lo mejor es que cumplió su cometido y es que tú la vieras y la reconocieras todo diciendo «Mashal Mashal!»
soplaste tus velitas, oh yes! tambbién de la patrulla, Marshall y Chase, un poco a regañadientes porque querías seguir jugando así que en cuanto las apagaste, te fuiste a seguir con tu parking.

Fuimos entre todos 20 personas entre tú, tus papis, avis, abuelos, tiets y cosins, metidos en el comedor de casa y fue un éxito de cumple. Todos disfrutamos acompañándote y charlando y claro, disfrutando de la comida. Tortilla casera, guacamole casero, medias lunas con embutido, quesos, patés, jamón ibérico, frutos secos, fruta para quien quisiera… vaya, que no nos quedamos con hambre no.
Tú que no comiste mucho picoteabas entre carrera y carrera de coches porque lo que tú más querías es que jugáramos contigo. Muchas veces me llamabas y cuando me acercaba me indicabas con golpecitos en el suelo a tu lado diciendo «aquí mami, seu!» para que me sentara y jugara contigo. ¡Adoro esos gestos tuyos!

En conclusión, la fiesta fue un éxito porque todos colaboramos, yo me encargué de la decoración, sí! ciega y me quedó bien chula modestia a parte! tu papi se encargó de que llegara a tiempo a casa y al mejor precio, tus avis consiguieron esa delicia de pastel y el precioso Marshall, tus abuelos nos ayudaron a papi y a mí a cocinar y a colgar los globos y la guirnalda y tus tiets y cosins junto con avis, abuelos y papis, hicieron posible que la fiesta triumfara con su compañía, su buen saque comilón y sus risas y sobre todo su amor por ti.

¡Feliz año koalita! te queremos.

#VDLN 5: Para ti, mi vikingo amante de la música

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Hoy, a las puertas de tu segundo cumple, te dedico a ti este vdln, a ti que eres el protagonista de mi vida y por supuesto de este blog. A tu a qui sempre parlo en català i se’t faria ben estrany sentir-me parlar-te en castellà.
Pero seguiremos hablando en castellano para que todo el mundo pueda entender y saber lo especial que eres para nosotros desde que supimos que venías a este mundo, y lo especial que desde siempre ha sido para ti la música.
Estando embarazada ya te cantaba, te ponía las músicas que a mí me gustan y hasta papá vikingo te tocaba al piano. Siempre en esos momentos o te quedabas quietecito como muy atento o empezabas a dar patadas y a moverte. No sé si desde la barriga podrías oír realmente la música o solo mi voz pero me gusta pensar que ya lo disfrutabas.
Y desde que naciste has seguido disfrutándolo. Siempre que oyes música te pones contento y a bailar o si es tranquila te relajas escuchándola. Desde que has podido, te hemos dejado experimentar con mi piano, que me regalaron mis iaios y padres y al que le tengo mucho cariño así que quien mejor para hacerlo sonar que tú? primero golpeabas las teclas pero en cuanto has ido viendo como tocamos, le has querido ir imitando e intentas mover los deditos igual que un pianista y hasta ahcer acordes! eso cuando no estás dándole sustos a papi mientras toca para que te persiga y vengas a mis brazos muerto de la risa y diciendo «¡casa, casa!»

Llegamos a la guardería y ahí conocimos a Dàmaris Gelabert, tu primera hídolo musicalmente hablando, y es que la adoras. Además tuvisteis la suerte que vinieran ella y su equipo a la guarde a haceros sesiones de música. Y ahí la conocí yo también y la verdad es que me encanta. Sus canciones son geniales, muchas educativas como la de la hora del baño, la de aprender a vestirse, la de aprender a hacer pipi y caca solito… canciones sobre las estaciones del año, los días de la semana, canciones de juegos de falda… tantas! La mayoría son en catalán pero también las hay en castellano.

Si te parece, mi pequeño vikingo, vamos a enseñarles a todas las familias que nos leen, dos de nuestras canciones favoritas.

Con esta canción nos encanta empezar el día, ya sea escuchándola de la propia Dàmaris o cantándola nosotros. Sea como sea, siempre sueles pedir «Més!»

Y con esta nos lo pasamos muy bien cantándola, además dice tu nombre! nos la ponemos en la hora del baño como ambiente o mientras jugamos.

Para dormir o contamos un cuento inventado o escuchamos les Cançons de bressol de la Dàmaris, cerramos los ojitos y terminamos el día para coger fuerzas para seguir cantando, jugando y haciéndonos a todos felices al día siguiente.

feliz semana y hasta el próximo viernes dando la nota!



La super percepcción

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Los niños son mucho más perceptivos de lo que imaginamos y lo son desde bien pequeñitos, desde bebés.
de manera natural, el pequeño vikingo desde muy chiquitín percibió que la manera de conseguir lo que quería de sus padres era cogernos de la mano y llevarla al objeto que le interesaba o como mínimo en dirección a ese objeto así que desde los 8 meses más o menos, actúa de esta manera con nosotros.
A nosotros como a él, nos ha parecido lo más normal pero a nuestro entorno que mayoritariamente no es ciego, les sorprende muchísimo y es que al principio el chiquitín no discriminaba y con todo el mundo actuaba de la misma manera pero más adelante comprendió que con el resto con señalar el objeto de sus deseos era más que suficiente.

Lo mismo hace cuando quiere enseñarnos algo, de manera espontánea nosotros siempre le decimos ¿a ver? alargándole la mano y desde siempre él nos deposita el objeto en ella, igualmente él mismo cuando nos quiere mostrar algo sin que le pidamos o le hagamos el gesto directamente nos pone el objeto en la mano o nos coge de la mano y nos lleva donde quiere que vayamos. Además, desde que empezó a decir sus primeras palabras, todos estos gestos los acompaña con la verbalización de sus intenciones, con lo cual está hecho todo un parlanchín y un lorito.

Cuando vamos por la calle, mira la TV, vamos en bus, coche… tengo la sensación que quiere describirnos todo lo que ve porque no para de contarnos: «coche! utubú! a poto! a bici! guaguas!» acompañados de distintos soniditos a cuál más adorable de sorpresa cuando ve algo nuevo o que reconoce.

No sé si será cosa mía pero tengo la sensación que para la edad que tiene, 2 años hará el domingo, es un pequeño que aunque revoltoso, traviesillo y movido como tiene que ser, es muy responsable y se da cuenta de las necesidades diversas que tenemos cada uno.

Este comportamiento que puedo ver y disfrutar con mi hijo a diario y alucinar de como evoluciona y de lo inteligente y espavilado que le hace ser, lo he visto en otros peques. Por ejemplo mis primos también se tomaron ya de bien pequeños con total normalidad mi ceguera y el hecho de que las cosas para que yo las viera me las tenían y tienen que poner en la mano o que si quieren que les acompañe a alguna parte que no conozco, han de cogerme de la mano. O en la chiquitina de la edad de mi peque, de una buena amiga mía ciega también, que de manera espontánea se dió cuenta que JJ y yo somos como su mamá y actuaba con nosotros igual que con ella.

Considero muy positivo para los niños el que puedan tener contacto con el mayor tipo de gente posible, les hará de mayores más abiertos y tratarán con normalidad e inclusión a todo el mundo. Así que es importante fomentar charlas en los colegios para que visibilicen las distintas realidades que existen y cualquier otra actividad participativa que les ayude a entender que todos somos distintos pero no por ello mejores ni peores. Que en la diversidad reside el encanto.

¡Abrazos vikingos!

Las tardes son de mamá.

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Y van pasando los días, entre el poco tiempo que tengo, la inspiración que va y viene y mi autoexigencia y perfeccionismo, las ideas que tengo van quedando aparcadas en mi cabeza y el blog no evoluciona. ¿Y todo por qué? Pues porque quiero que cada post sea perfecto, con un texto genial, unas fotos preciosas y audios que emocionen. Pero así…, ¿cada cuando publico?
Así que hoy quiero escribir y punto, quiero contaros sobre mis tardes con el pequeño vikingo.

son tardes que empiezo perezosa, llevo en marcha desde las 06:20 AM y lo que me apetece a las 3 es llegar a casa y comer tranquila, echarme en el sofá y engancharme un buen rato a netflix y sus series. La realidad en cambio es bastante diferente.
He comido corriendo en el trabajo y salgo igualmente pitando al metro para recoger al peque en la guarde y ahí, en cuanto me asomo a la ventana de la clase, ya que su clase da a la calle y la profe la abre para saludarme y oigo a mi chiquitín, se me quitan pereza y cansancio y llega la alegría.
Le escucho reír y llamarme, bueno, ahora llama más bien al «guagua, al brrrrruuuum y hasta al papa» pero da igual, sé que se alegra de verme y mientras la profe le prepara para salir, me pone al día de lo que ha hecho, a los niños a los que ha estado abrazando, dando besitos, a los que ha consolado cuando lloraban, lo bien que ha comido (como siempre) y las actividades que han hecho durante la mañana.

Sale andando de la clase y se me acerca, toca a Bella «aguaua», y me da las manitas, yo le cojo, le coloco en la mochila y nos vamos a buscar el «bruuuum» digo el bus, mientras me va señalando lo que ve por la calle con sus «¡Oh!¡ Uh! ¡Ah! ¡Guagua! ¡Brrruuuum!» y de vez en cuando pidiéndome agua.
En el bus va todo contento mirando por la ventana, charlando conmigo y a veces hasta dándome abrazos y besos, ¡es un niño muy cariñoso y toconcete! (será cosa de los papis) me derrito cada vez que me abraza, me coge la cara con sus manitas y me planta un beso ¡Aaaaaabuá!!» como él hace o me pone su mejilla para que sea yo quien le dé besitos.

llegamos a casa, le bajo de su mochila, le sacamos el arnés y correa a Bella para que descanse y nos ponemos a jugar con sus coches o sus pelotas «peta, peto, peia…» más o menos. Así pasamos un buen rato entre el despacho, el pasillo y su dormitorio, hasta que llega el momento de pedir su «pete» o sea chupete con vocecita cansada y ya empieza a lloriquear y buscarme más.
En ese momento sé que aunque al principio cuando le coja proteste, es el momento de echarse un rato encima de su mami y dormir una buena siesta en la butaca-mecedora de su habitación.
Yo que no soy de siestas, aprovecho a conectarme a netflix y mirar alguna série… ¡anda que no me he enganchado a varias gracias a esta plataforma!. Y confieso que mientras el peque sestea, yo suelo acabar cayendo traspuesta unos 20 minutillos.

Cuando se despierta suele pedir su agua y su «¡Aaaaaam!» cogiéndome de la mano y llevándome hasta la cocina y el armario de la merienda así que
pueden pasar dos cosas, una es que merendemos y sigamos jugando y otra es que como sus avis/iaios o sea mis padres viven enfrente, vayamos a su casa a verles y claro, allí meriende.
Hay excepciones como ir a ver a su Tiet o incluso a más tíos y primos ya que todos vivimos muy cerca.

En cualquiera de los casos seguimos jugando sea en la casa que sea, hasta que llega papá y entonces ya es momento de baño, cena e intentar dormir… que eso se merecería un post a parte.

¡Dulces sueños vikingos y hasta la próxima!

¡Productos personalizados de la familia vikinga!

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¡Hola! hoy quiero contaros un descubrimiento chulo chulo que hice por twitter y como no, tenía que probar.
Se trata de personalizar casi cualquier objeto con la foto o imagen que queramos.

Se acercaba el día del padre y el pequeño vikingo quería hacerle algo original y que su papi pudiera llevar siempre con él. Los que conocéis a JJ sabéis que es un friki informático y su iPhone es como una extensión de si mismo, un iPhone que había perdido su carcasa protectora así que… ¡bingo! El regalo ideal para papá, una funda personalizada
Tan sencillo como escoger la carcasa, mandarles la foto y el texto que quería y ¡listo! regalo único y con el que papá vikingo farda a diario.

Carcasa para iPhone con foto de bebé disfrazado de tigre y texto: Siempre conectados.

Yo que soy un tanto celosilla, también me quise hacer otra funda, la mía con tapa para proteger la pantalla.

Funda con protector de pantalla para iPhone con foto de bebé abrazando perrito de peluche.

¿A que está también adorable?

Y aquí no termina la cosa, ya os he comentado que se puede personalizar cualquier objeto, os presento Mi taza personalizada ¡para mis desayunos vikingos!

Taza blanca con interior amarillo con el logo del blog.

Estos son algunos ejemplos pero podéis personalizar muchas más cosas. ¿Qué os parecería tener un cuento exclusivo con las fotos que vosotros mismos seleccionéis o un cuadro o lienzo original para decorar vuestra maison? pues también podéis tenerlos gracias a la misma empresa que me hizo las fundas y la taza.

Tengo que añadir que son unos chicos super serviciales, en mi caso que ya sabéis que soy ciega les hice muchas preguntas y hasta les mandé unas cuantas fotos pidiendo consejos y recomendaciones de cuál quedaría mejor y como… vaya, que me ayudaron en todo momento así que en ese aspecto también muy recomendables.

Dejadme en comentarios si os habéis animado a hacer algún regalo o autoregalo personalizado!

Antes de despedirme, quiero agradecer a mi hermanito mayor que haya hecho las fotos para el post 🙂 ¡Merci tete!

Abrazos vikingos.

El preparto y el parto

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Y aquí vamos. Después del primer intento fallido de escribir este post ( ya me costó su tiempo ponerme a escribirlo), volvemos a intentarlo dos semanas después.

Preparto

Salía de cuentas un lunes, y ese mismo día apareció el tapón mucoso. Sí, señoras y señores ¡existe! y chicas, si llegado el momento lo perdéis que no tiene por qué desprenderse, lo sabréis. Me enteré yo sin ver todas las fotos explícitas del asunto que corren por internet, así que «don’t worry and keep calm». Además su desprendimiento no significa un parto inminente, simplemente que se va acercando el momento.

Al día siguiente que tenía control de monitores (las famosas correas) y visita con la ginecóloga, se lo conté y me hizo un tacto que en un momento dado me hizo bastante daño. Le pregunté si me había practicado la maniobra de Hamilton que a muy grandes rasgos es una maniobra de inducción al parto que consiste en el desprendimiento del saco amniótico de la parte inferior del útero, a lo cual ella respondió que no.
Casualidades de la vida o no tan casualidades, esa misma noche mis queridas y habituales contracciones de Braxton Hicks dejaron de ser esos ratitos de barriga dura como una piedra y punto, a empezar a ser más intensas y molestas. A medianoche me preparé para ir contándolas y como buena friki que soy, abrí la app que previamente me había descargado para este menester, se llama baby bump y sirve entre otras cosas para contabilizar la cantidad y duración de las contracciones. Al final fue Juanjo quien lo hizo y así pasamos la madrugada, entre contracciones y cabezadas.

Antes de las 7 de la mañana rompí aguas, (no, no fueron las cataratas del Niagara, al menos en mi caso). Sí que noté como un «plaf» y que empezó a caer agua, paraba, y al cabo del rato volvía a perder… y así estuve horas. Lo primero que hice fue asegurarme que eran transparentes así que llamé a mi madre para que me lo verificara. Una vez verificado y con calma me duché, arreglé, Juanjo arregló a los perros, dimos los últimos toques y al coche caminito del hospital (fui por la pública, por cierto).

El ingreso y la larga espera

Llegamos hacia las 9 a urgencias del materno infantil y ahí me tomaron los datos y esperé un ratito hasta que me llevaron a la sala que le llaman de «triatge» en catalán, que es donde en definitiva deciden si te quedas o te vas porque aún no estás lista. Me pusieron las correas y me tuvieron media hora contándome las contracciones que a todo esto ya pasaban de molestas a dolorosas.
Al terminar y comprobar que efectivamente ya duraban un minuto o más y que se producían cada 5 minutos o menos, pasé a un ginecólogo que me hizo un tacto. Dijo que ya estaba dilatada de 3cm y que por lo tanto podía quedarme, así que la matrona nos llevó a Juanjo y a mí a una sala de partos.

En la sala, ya bastante agobiadita por las contracciones, pedí una pelota de pilates donde me senté y me puse a hacer los ejercicios que llevaba practicando a lo largo del embarazo, y así estuve unas cuantas horas.

Hacia la una y pico, cuando me había dicho la matrona que solo había dilatado un centímetro más, viendo que el dolor cada vez se iba haciendo menos tolerable, y que la matrona me insistía en que si no pedía la epidural en ese momento, vete a saber cuando podrían ponérmela porque se acercaba la hora de comer… me puse nerviosa, me agobié y finalmente cedí a mis miedos y la pedí.

Es muy desagradable ponérsela aunque no muy doloroso, pero notas como te pinchan en el hueso, la anestesista tardó un rato, y luego notas como un escalofrío te va por la columna. Yo pedí que me pusieran una dosis bajita para poder sentir las contracciones y saber cuando empujar, así que ciertamente el dolor se me quitó pero no así la fuerza en las piernas. Las podía mover aunque si me pellizcaba no tenía sensibilidad. De todos modos ya me tuvieron echada en la camilla conectada a la bomba de la epidural y con una maldita vía en la mano que anda que no molestaba.

Estuve horas relajada, medio dormitando porque no había dormido nada la noche anterior, y con castañeteos intermitentes de dientes, efecto de la epidural. Mientrastanto Juanjo me hacía compañía y se dedicó a ir haciendo grupos por whatsapp e informando de los progresos.

Corazoncito cabalgando

Así pasamos horas en que según me dijeron el trabajo de parto se detuvo, y aunque yo no quería, terminaron por ponerme oxitocina sintética que ayudó a que volviera a dilatar. Eso sí, dicen que sin anestesia es muy dolorosa.

Hacia las 9 o 10 de la noche, no me hagáis precisar mucho más, por fin estaba ya del todo dilatada… ahora quedaba que el pequeñín descendiera (sí, me lo contaban en plan ascensor) y saliera, así que los matrones, chica y chico, me hicieron empezar a practicar con los pujos. En cuanto venía una contracción, haceros a la idea de una ola que se va acercando, yo tenía que empujar todo lo que pudiera y parar en cuanto la contracción se retiraba.
Parecía que lo iba haciendo bien hasta que el peque dejó de bajar. Dijeron que estaba en segundo plano, y ahí si me quedaba algo de dignidad o vergüenza se fue toda al traste. NO sé cuantas matronas, el matrón y hasta ginecólogos me habían visto y tocado ya… ¡lo único bueno es que hasta Juanjo y yo pudimos tocarle la cabecita! fue muy pero que muy emocionante, noté algo redondito, resbaladizo y peludo… ¡va a ser verdad el cuento de las abuelas que dice que los ardores son porque el niño tiene mucho pelo!

A esas alturas me había empezado a subir la fiebre y me habían ido poniendo paracetamol, ¡no veas como duele cuando te lo administran por vía intravenosa, parece que queme al pasar! y así entre pujos, esperas, whatsapps de ida y vuelta, (más los que nos llegaban que los que salían por motivos obvios ) y mi madre yendo y viniendo (sí, la dejaron entrar) pasamos casi 3 horitas más.

La bomba de la epidural se agotó y llamamos a un anestesista para que viniera a rellenarla, pero sinceramente no sé lo que acabó haciendo ya que yo poco a poco dejé de notar los efectos. A ver, que sí, que la pedí suave, pero algo se notaba. pero al final yo lo notaba casi todo, además hasta la gente que entraba en la sala nos preguntó, no sé si al final el anestesista no pudo rellenarla o qué… bueno, que eso quedó algo confuso.

El Parto

Se acercaban las «temidas 18 horas de rotura de la bolsa» y lo pongo entre comillas porque como siempre, he oído de todo sobre el tiempo que puede estar el peque sin el líquido amniótico. Pero la cuestión es que donde yo estaba esas 18 horas eran cruciales, así que intensificamos el trabajo con los pujos, cuando empujaba el bebé bajaba, pero era dejar de empujar y el bebé retroceder, así que el matrón tomó una decisión no compartida por mí en absoluto: empezar a practicarme la maniobra de Kristeller, que en resumen es que con su brazo o incluso con su peso entero, se apoya en la parte alta de la barriga de la mamá y empuja hacia abajo para «supuestamente» ayudar al bebé a descender.
Fue una experiencia horrible, tal cual, además de muy peligrosa para madre e hijo. A la madre le puede romper costillas o reventarle algún órgano, y puede causarle fracturas al bebé, que para mí aún es peor. (podéis buscar por internet sobre esta maniobra e informaros). Yo lo hice, por lo cual, cuando el matrón se disponía a practicármela le insistí que no quería, pero él acabó imponiéndose diciéndome que o me la hacía o el niño no bajaría y tendríamos que usar algún instrumento. ¿qué haríais, mamis primerizas en el potro, después de casi 18 horas de parto y queriendo por todos los medios un parto lo menos intervenido posible? pues cedí y lo pasé fatal, me dolió muchísimo, al empujar yo y él hacer presión sentía literalmente que se me saldrían los ojos de las cuencas, jamás lo olvidaré, de hecho me repitió la maniobra varias veces aunque yo le decía que no más y al final para nada. Mi pequeño seguía sin bajar del todo.

La instrumentación

Pasaron las 18 horas, me subió la fiebre a 38 y ahí ya todo fue bastante rápido. Me pusieron antibiótico, lo que faltaba, y llamaron a un ginecólogo por cierto bastante desagradable que vino, me hizo una pedazo de episiotomía, esterilizó la instrumentación y venga, espátulas al canto.
Las espátulas se llaman así porque tienen esa forma y sirven para abrir más el canal del parto y ayudar a salir al bebé, me las puso y fue cuestión de 10 minutos que saliera mi Eric. Primero noté una presión enorme al salir la cabeza y luego noté como su cuerpecito se deslizaba fuera de mí, fue una sensación inolvidable, hermosa… que lástima que estaba tan agotada y dolorida que no la supe disfrutar como se merecía.

En cuanto nació con 3,080kg y 49cm me lo pusieron encima y oí el sonido más bonito del universo, su llanto y así lo expresé, a lo cual la gente en la sala de partos se rió porque decían que ninguna mamá había dicho nada así ¿extraño, verdad?

¡Benvingut Eric, bienvenido Eric!

Con mi bebé encima le pusieron la vitamina K y la pomadita en los ojos, y teniéndolo encima, alumbré la placenta, lo cual significa volver a empujar, aunque es algo más light. Por fin la placenta salió, el sangrado se detuvo y vino la hora de coser el estropicio de episiotomía que me hicieron… ¡Y eso que yo me había preparado todo el embarazo hidratándome el perineo y haciendo los ejercicios de Kegel a todas horas! pues nada, ni con esas. pero con Eric encima, los no sé cuantos puntos que me pusieron los aguanté sin rechistar, porque sí, fueron sin anestesia, como os dije la epidural hacía rato que ya no surtía efecto, y me dijeron que si quería una anestesia local allí abajo, pero literalmente le dije a la pobre doctora que lo único que quería es que terminaran rápido y me dejaran en paz.

A las 2 y pico o 3 de la madrugada por fin subimos a la habitación y al momento me dieron a mi bebé para que me lo pusiera al pecho, ¡vaya como se enganchó de rápido y bien! es todo un superviviente, y por fin pudieron conocerle mi padre, mi hermano y sí, también mis suegros… tengo que decir que todos se portaron muy bien, mi familia aguantó como una campeona en la sala de espera todas esas horas, mi padre y ya orgulloso avi/iaio de su primer nieto, mi tía que le hizo compañía todo ese rato, mi hermano que vino, fue al trabajo, volvió, sacó a nuestros perros, volvió a venir, mi prima, mi mejor amiga… mis suegros que esa misma mañana encontraron billetes para venir desde Málaga y mi mamá, que estuvo yendo y viniendo de la sala de partos acompañándonos, apoyándonos, pasando las noticias del desarrollo del acontecimiento, ayudando a Juanjo y acompañándolo. Y sobre todo, dándome una de las manos (la otra, como no, era para mi papá vikingo) y dándome mucho ánimo y fuerza… Gracias a ellos dos, Juanjo y mi madre, por estar conmigo en esta vital experiencia.

Y aquí termina el periplo del preparto y parto, nada comparado con el postparto y la adaptación a la nueva vida, que os contaré ya en otro post.