¡Primer episodio del podcast de «La familia vikinga»!

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Y por fin, me animé a podcastear para este blog.
Es algo que había estado posponiendo por mucho tiempo, y al final, gracias a algunas preciosas personitas como Juanjo, Patri, Viernescilla y Mónica de Madresfera aquí tenéis mi primer podcast, donde lo presento contándoos un poco de lo que va a tratar el minipodcast, y también os presento al Colorino.
¿Os animáis a escuchar y seguirnos?

Micropost: ¡Yo arreglo ojos!

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Hace tiempo que los peques de la edad del Vikingo, especialmente las niñas se han fijado y nos hacen la pregunta: —¿Qué te pasa en los ojos?— o —¿Por qué tienes los ojos cerrados?— Hasta ahora pero, el Vikingo no había mostrado ningún tipo de inquietud o interés al respecto, pero a las puertas de cumplir 3 añitos, lo ha hecho.

—Mami, obe ulls! abriéndomelos él con los dedos—
—Yo aleclo ulls—. —Si carinyo? i com els arreglaràs?—. —A matillo!— Coge un juguete que simula un martillo e igual que simula arreglar sus coches, aviones, otros juguetes, nos da muy flojito en la frente encima de los ojos y ¡voilá! ojos arreglados.

La verdad es que la ocurrencia del martillo me hizo muchísima gracia, tan inocente mi chiquitín! lo que confieso que me dió pena y se me escapó alguna lágrima al principio, es cuando se empeñaba en que abriera los ojos. Siempre he tenido presente que ese día llegaría y que yo sería fuerte y no haría un drama de ello pero al final, cuando tu peque te cuestiona por primera vez por tu discapacidad… es durillo.
Él sigue pidiéndonos tanto a su papi como a mí que abramos los ojos o haciéndonos notar que los llevamos cerrados y ahora ya lo llevo perfectamente, me lo diga en casa, en la calle, en el bus, siempre le cuento lo mismo, que mami tiene pupa en los ojos y casi no los puede abrir igual que se lo dice su papi, ¿Para que darle de momento más explicaciones? y se queda conforme…, hasta que le vuelve a venir a la cabeza.

Colechar o no colechar…

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¡damas y caballeros! en el lado izquierdo del cuadrilátero tenemos al colecho, con un peso de siglos de tradición y de múltiples culturas que lo practican, en el otro lado encontramos el no colecho, con el peso de la modernidad y la independencia del individuo… saluden, jueguen limpio y ¡que empiece el combate!

Y es tal cual así, colechar vs no colechar, pecho vs biberón, porteo vs carrito, parto en casa vs parto en hospital, blw vs papillas… y un largo etc que he ido descubriendo a lo largo de mis 2 años de maternidad.
En esta ocasión como el título del post ya os indica, os voy a contar mi experiencia sobre el tema del colecho, y es que para artículos profesionales sobre si es mejor que el niño duerma con nosotros o no… ya hay muchísimos en la red y muy probablemente la mayoría de los que me seguiïs, ya los habréis leído.

Cuando me quedé embarazada empezamos a montar la habitación del pequeño vikingo, que por cierto quedó de rechupete, modestia a parte 🙂 con unos muebles y una butaca de lactancia en blanco preciosos, las paredes pintadas al estilo El Principito con una luna, estrellas, planetas… una pasada y por supuesto la cuna, una cuna de estas convertibles con cambiador en los pies que cuando el niño crece se convierte en tropecientas cosas, entre ellas una cama, un escritorio, una mesita de noche…
¡Estupendo! con la habitación montada para cuando vikingo creciera un poquito, también compramos una Minicuna de colecho para los primeros meses. Es un invento genial porque se acopla a la cama con unos cinturones de sujeción que van por debajo del colchón, le quitas una de las barandillas de madera, le frenas las 4 ruedas y el peque tiene su espacio pero unido a la cama de los papás.
La verdad es que le sacamos mucho partido los 6 meses que vikingo cupo en ella. va de fábula tanto si hacéis lactancia materna como si no. Me encantaba dormir cogiéndole la manita y estando en contacto con él.

Una vez ya se le quedó pequeña la cunita, el paso siguiente nos pareció lógico y era llevarle ya a su habitación, a su supercuna convertible.
establecimos rutinas de sueño con la cena, el baño y a la butaca a mecernos mientras o bien le cantábamos alguna canción inventada, le contábamos algún cuento inventado también o le poníamos a nuestra querida Dàmaris Gelabert y sus «cançons de Bressol» y el paso más complicado, le metíamos en la cuna sin despertarlo. Había días que lo lográbamos a la primera, otros no. Pues bien, tanto con luz quitamiedos como sin ella, era un constante ir y venir, ya fuera por los múltiples despertares del peque como por comprobar que estuviera respirando y bien.

Lo estuvimos intentando en verano y al ver que no había manera de descansar ni él ni nosotros, decidimos volver al colecho y qué cambio! al menos ya no se me salía el corazón por la boca casi cada hora cuando por el escucha oía al peque llorar, ahora sí me despertaba tambbién, sí me llevaba un susto ya que soy de las que a la mínima se sobresaltan pero al momento el peque se tranquilizaba al sentirnos a su lado y todos dormíamos de nuevo.

Cuando ya tenía año y pico, volvimos a hacer la intentona de que durmiera en su habitación pero el resultado fue el mismo. despertándonos casi cada hora porque perdía el chupete, quería agua, se asustaba… y sin descansar a gusto así que de nuevo volvió a nuestra cama y exceptuando algún día que lo hemos vuelto a probar, aí seguimos, el peque con 27 meses y colechando con nosotros.

Ciertamente no se duerme igual que sin peque en la cama, al menos yo. De hecho os confieso que como mejor duermo es sola, será por lo que comentaba más arriba que a la mínima que me rozan o hay algún movimiento, me despierto sobresaltada. Además, contra más mayor es vikingo más ocupa, más se mueve y más patadas, codazos y cabezazos recibimos en distintas partes del cuerpo, dependiendo de si el señorito está en posición normal, perpendicular a nosotros o con la cabeza en los pies.
Eso sí, no cambio todos estos inconvenientes de mi sueño para que él pueda dormir tranquilo, seguro y nosotros poderle acompañar en sus despertares y sus terrores nocturnos que hace un tiempo que parece que empieza a tener. Y además, no hay cosa más preciosa que despertar junto a él o mejor aún, que él te despierte con una caricia, un besito, un «nonnia mami!» (bon dia, buenos días) o sí, también con un susto, le encanta dar sustos!

Ya veis que también en estos temas se puede adoptar una postura más moderada y sobretodo lo más importante, una postura que os convenga a la familia que sois los que tendréis que sobrellevar unas cuantas noches antes que vuestro peque duerma del tirón, si es que lo logra.
¿sois colechadores, no colechadores, habéis probado ambas cosas, ¿cuál os funciona mejor? ¡Contadnos!

Abrazos vikingos.

Un carnaval muy especial

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El peque de capitán pirata

Estamos en plena semana de carnaval. Sí, para muchos, especialmente para todos los que somos mamis/papis y tenemos a peques en edad escolar, llevamos desde el lunes inmersos en disfraces, pinturas, peinados, calcetines de colores… etc.
En nuestro caso el lunes tocó ir en pijama a la guarde, el martes con un peinado original y la cara pintada (al vikingo se la pintaron de pirata), el miércoles fue lo que aquí llamamos la rua, es decir el paseo o desfile por la calle disfrazados con sus mejores galas, ayer fue con un delantal ya que fue «dijous gras o jueves lardero» y prepararon tortilla y hoy van con una corbata y un calcetín de cada color.

Toda esta semana está siendo distinta y especial para el peque pero el miércoles fue el colofón para él y para nosotros.
Papá vikingo y yo decidimos cogernos el día de fiesta, dado que el año pasado ya nos perdimos ver al chiquitín disfrazado en la guardería, este año decidimos que no queríamos perdérnoslo.
Confieso que fue todo un drama disfrazar al peque y mira que primero le motivaba ir de pirata pero fue ver el disfraz y echarse a llorar. Llegó un punto que hasta me planteé si quitarle el disfraz y llevarle a la guardería sin él pero poco a poco se fue calmando y al final logramos salir de casa contentos y todo.
Como el día era precioso, fuimos andando en un agradable paseo, además el avi vikingo se animó a acompañarnos 🙂

La rua empezó a las 10 y los peques salieron formando un tren y pasearon por la calle enfrente de la guardería mientras las mamis, papis, abuelos y familiares varios y por supuesto las educadoras, íbamos acompañándolos. Mi chiquitín iba el primero rodeado de su querida «Aten», (Ascen, la profe) y una nena que iban de la manita, y en cuanto nos vió fueron todo sonrisas, bailes y saltitos al ritmo de la música, hasta yo bailaba! de hecho durante un ratito en el que mi padre hacía de camaraman íbamos papá vikingo y yo al lado del peque con whost, que iba guiando, y en otro momento yo me acoplé a la rua, dado que tampoco era algo muy formal e íbamos de la manita él y yo, si supiérais que bien me acompaña mi bebé… cada vez que lo pienso me emociono.

Una vez terminamos el paseo, pudimos disfrutar un ratito más de nuestros pequeños en unos parquecitos ballados delante de la escuela. Vikingo me pidió que entrara a jugar con él y así lo hice. Sí, con algo de miedo porque era un entorno desconocido para mí lleno de pequeñines y adultos moviéndose de aquí para allá y yo sin ver, no tenía ningún punto de referencia. Pues pareciera que el peque lo intuyera porque nada más entré, me cogió de la mano y me dió una vuelta entera por todo el recinto, como si quisiera mostrarme como era de grande para que yo me hiciera un mapa mental. Una vez llegamos de nuevo al punto de partida y saludamos a papá y a l’avi vikingos, me llevó a su juego preferido, el tobogán! y ahí empezó a aprender qué es esto de hacer cola y tener que esperar su turno, cosa que al principio no llevó muy bien, ya que es algo impaciente pero lo asumió rápido.
Yo disfruté tantísimo de ese rato, no os lo podéis imaginar! sentirme una mamá como cualquier otra que está jugando con su hijo, no sentirme fuera de lugar, no sentirme extraña o la mamá ciega a la que han de ayudar. El peque sin que siquiera casi yo le llamara estaba todo el rato cerca mío, jugando, haciendo cola, divirtiéndose… y yo podía compartir ese ratito. Además las otras mamás y educadoras que ya me conocen o como mínimo me tienen vista me hicieron sentir super acogida. Todo fue muy fluido. Que tocaba foto de grupo, mi peque y yo de la mano y alguna de las mamis nos ayudaba a colocarnos en el sitio, que tocaba hacer trenecito para volver a la guarde, peque y yo de la manita y alguna mami si nos despistábamos nos echaba un cable… de hecho no es que nos despistáramos, es que al ser ya la despedida, ningún peque quería entrar y por supuesto el mío no fue la excepción, así que íbamos a pasito de mosca jeje.

En resumen por si aún no lo habíais notado, fui muy pero que muy feliz pudiendo participar en las actividades de nuestro pequeño vikingo, además con puntos extra de felicidad al haber estado con papá y avi vikingo.

¡Feliz Carnaval!

¡Feliz segundo día del nombre!

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Y ya tienes dos añitos mi pequeño vikingo. Dos preciosos años en los que has crecido mucho, aprendido tú y hemos aprendido los que te queremos y rodeamos.
Estás y eres precioso, cada día más parlanchín, aumentando tu vocabulario y tu destreza al ablar con frases cada vez más a menudo de dos palabras. Y aunque sacas a relucir de vez en cuando la rebeldía y genio típicos de esta edad, sigues siendo tan dulce y amoroso como siempre.

En tu segundo cumpleaños en el que ya eres más consciente del mundo que te rodea y empiezas a tener tus propios gustos, no podíamos celebrarlo de otra temática que no fuera tu adorada Patrulla Canina.

Mesa decorada de la Patrulla Canina

Ya ves, lo encontramos todo! platos, vasos, mantel, servilletas, globos y claro, hasta la guirnalda de ¡feliz cumpleaños!
Hasta tus tiets te regalaron un conjunto de plato, vaso y cubiertos de la Patrulla para que comas siempre bien acompañado de tus perrunos amigos.
Estuvimos toda la familia y aunque estabas blandito porque aún tenías algo de bronquitis, te lo pasaste bien, sobre todo con el parking que te regalaron con varios coches. Sí, los tut tut bólidos de Vtech cantarines, que si la grúa, que si el camión, el taxi, el todoterreno, etc.
Y llegó el momento del pastel y de soplar tus dos velitas.

Pastel sacher con figura fondant de Marshall encima

El sacher estaba delicioso y la figurita de Marshall de fondant, que por desgracia no hice yo porque no tengo esa traza, era tan preciosa que se salvó de ser devorada 😉 y lo mejor es que cumplió su cometido y es que tú la vieras y la reconocieras todo diciendo «Mashal Mashal!»
soplaste tus velitas, oh yes! tambbién de la patrulla, Marshall y Chase, un poco a regañadientes porque querías seguir jugando así que en cuanto las apagaste, te fuiste a seguir con tu parking.

Fuimos entre todos 20 personas entre tú, tus papis, avis, abuelos, tiets y cosins, metidos en el comedor de casa y fue un éxito de cumple. Todos disfrutamos acompañándote y charlando y claro, disfrutando de la comida. Tortilla casera, guacamole casero, medias lunas con embutido, quesos, patés, jamón ibérico, frutos secos, fruta para quien quisiera… vaya, que no nos quedamos con hambre no.
Tú que no comiste mucho picoteabas entre carrera y carrera de coches porque lo que tú más querías es que jugáramos contigo. Muchas veces me llamabas y cuando me acercaba me indicabas con golpecitos en el suelo a tu lado diciendo «aquí mami, seu!» para que me sentara y jugara contigo. ¡Adoro esos gestos tuyos!

En conclusión, la fiesta fue un éxito porque todos colaboramos, yo me encargué de la decoración, sí! ciega y me quedó bien chula modestia a parte! tu papi se encargó de que llegara a tiempo a casa y al mejor precio, tus avis consiguieron esa delicia de pastel y el precioso Marshall, tus abuelos nos ayudaron a papi y a mí a cocinar y a colgar los globos y la guirnalda y tus tiets y cosins junto con avis, abuelos y papis, hicieron posible que la fiesta triumfara con su compañía, su buen saque comilón y sus risas y sobre todo su amor por ti.

¡Feliz año koalita! te queremos.

La super percepcción

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Los niños son mucho más perceptivos de lo que imaginamos y lo son desde bien pequeñitos, desde bebés.
de manera natural, el pequeño vikingo desde muy chiquitín percibió que la manera de conseguir lo que quería de sus padres era cogernos de la mano y llevarla al objeto que le interesaba o como mínimo en dirección a ese objeto así que desde los 8 meses más o menos, actúa de esta manera con nosotros.
A nosotros como a él, nos ha parecido lo más normal pero a nuestro entorno que mayoritariamente no es ciego, les sorprende muchísimo y es que al principio el chiquitín no discriminaba y con todo el mundo actuaba de la misma manera pero más adelante comprendió que con el resto con señalar el objeto de sus deseos era más que suficiente.

Lo mismo hace cuando quiere enseñarnos algo, de manera espontánea nosotros siempre le decimos ¿a ver? alargándole la mano y desde siempre él nos deposita el objeto en ella, igualmente él mismo cuando nos quiere mostrar algo sin que le pidamos o le hagamos el gesto directamente nos pone el objeto en la mano o nos coge de la mano y nos lleva donde quiere que vayamos. Además, desde que empezó a decir sus primeras palabras, todos estos gestos los acompaña con la verbalización de sus intenciones, con lo cual está hecho todo un parlanchín y un lorito.

Cuando vamos por la calle, mira la TV, vamos en bus, coche… tengo la sensación que quiere describirnos todo lo que ve porque no para de contarnos: «coche! utubú! a poto! a bici! guaguas!» acompañados de distintos soniditos a cuál más adorable de sorpresa cuando ve algo nuevo o que reconoce.

No sé si será cosa mía pero tengo la sensación que para la edad que tiene, 2 años hará el domingo, es un pequeño que aunque revoltoso, traviesillo y movido como tiene que ser, es muy responsable y se da cuenta de las necesidades diversas que tenemos cada uno.

Este comportamiento que puedo ver y disfrutar con mi hijo a diario y alucinar de como evoluciona y de lo inteligente y espavilado que le hace ser, lo he visto en otros peques. Por ejemplo mis primos también se tomaron ya de bien pequeños con total normalidad mi ceguera y el hecho de que las cosas para que yo las viera me las tenían y tienen que poner en la mano o que si quieren que les acompañe a alguna parte que no conozco, han de cogerme de la mano. O en la chiquitina de la edad de mi peque, de una buena amiga mía ciega también, que de manera espontánea se dió cuenta que JJ y yo somos como su mamá y actuaba con nosotros igual que con ella.

Considero muy positivo para los niños el que puedan tener contacto con el mayor tipo de gente posible, les hará de mayores más abiertos y tratarán con normalidad e inclusión a todo el mundo. Así que es importante fomentar charlas en los colegios para que visibilicen las distintas realidades que existen y cualquier otra actividad participativa que les ayude a entender que todos somos distintos pero no por ello mejores ni peores. Que en la diversidad reside el encanto.

¡Abrazos vikingos!

Las tardes son de mamá.

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Y van pasando los días, entre el poco tiempo que tengo, la inspiración que va y viene y mi autoexigencia y perfeccionismo, las ideas que tengo van quedando aparcadas en mi cabeza y el blog no evoluciona. ¿Y todo por qué? Pues porque quiero que cada post sea perfecto, con un texto genial, unas fotos preciosas y audios que emocionen. Pero así…, ¿cada cuando publico?
Así que hoy quiero escribir y punto, quiero contaros sobre mis tardes con el pequeño vikingo.

son tardes que empiezo perezosa, llevo en marcha desde las 06:20 AM y lo que me apetece a las 3 es llegar a casa y comer tranquila, echarme en el sofá y engancharme un buen rato a netflix y sus series. La realidad en cambio es bastante diferente.
He comido corriendo en el trabajo y salgo igualmente pitando al metro para recoger al peque en la guarde y ahí, en cuanto me asomo a la ventana de la clase, ya que su clase da a la calle y la profe la abre para saludarme y oigo a mi chiquitín, se me quitan pereza y cansancio y llega la alegría.
Le escucho reír y llamarme, bueno, ahora llama más bien al «guagua, al brrrrruuuum y hasta al papa» pero da igual, sé que se alegra de verme y mientras la profe le prepara para salir, me pone al día de lo que ha hecho, a los niños a los que ha estado abrazando, dando besitos, a los que ha consolado cuando lloraban, lo bien que ha comido (como siempre) y las actividades que han hecho durante la mañana.

Sale andando de la clase y se me acerca, toca a Bella «aguaua», y me da las manitas, yo le cojo, le coloco en la mochila y nos vamos a buscar el «bruuuum» digo el bus, mientras me va señalando lo que ve por la calle con sus «¡Oh!¡ Uh! ¡Ah! ¡Guagua! ¡Brrruuuum!» y de vez en cuando pidiéndome agua.
En el bus va todo contento mirando por la ventana, charlando conmigo y a veces hasta dándome abrazos y besos, ¡es un niño muy cariñoso y toconcete! (será cosa de los papis) me derrito cada vez que me abraza, me coge la cara con sus manitas y me planta un beso ¡Aaaaaabuá!!» como él hace o me pone su mejilla para que sea yo quien le dé besitos.

llegamos a casa, le bajo de su mochila, le sacamos el arnés y correa a Bella para que descanse y nos ponemos a jugar con sus coches o sus pelotas «peta, peto, peia…» más o menos. Así pasamos un buen rato entre el despacho, el pasillo y su dormitorio, hasta que llega el momento de pedir su «pete» o sea chupete con vocecita cansada y ya empieza a lloriquear y buscarme más.
En ese momento sé que aunque al principio cuando le coja proteste, es el momento de echarse un rato encima de su mami y dormir una buena siesta en la butaca-mecedora de su habitación.
Yo que no soy de siestas, aprovecho a conectarme a netflix y mirar alguna série… ¡anda que no me he enganchado a varias gracias a esta plataforma!. Y confieso que mientras el peque sestea, yo suelo acabar cayendo traspuesta unos 20 minutillos.

Cuando se despierta suele pedir su agua y su «¡Aaaaaam!» cogiéndome de la mano y llevándome hasta la cocina y el armario de la merienda así que
pueden pasar dos cosas, una es que merendemos y sigamos jugando y otra es que como sus avis/iaios o sea mis padres viven enfrente, vayamos a su casa a verles y claro, allí meriende.
Hay excepciones como ir a ver a su Tiet o incluso a más tíos y primos ya que todos vivimos muy cerca.

En cualquiera de los casos seguimos jugando sea en la casa que sea, hasta que llega papá y entonces ya es momento de baño, cena e intentar dormir… que eso se merecería un post a parte.

¡Dulces sueños vikingos y hasta la próxima!