Colechar o no colechar…

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¡damas y caballeros! en el lado izquierdo del cuadrilátero tenemos al colecho, con un peso de siglos de tradición y de múltiples culturas que lo practican, en el otro lado encontramos el no colecho, con el peso de la modernidad y la independencia del individuo… saluden, jueguen limpio y ¡que empiece el combate!

Y es tal cual así, colechar vs no colechar, pecho vs biberón, porteo vs carrito, parto en casa vs parto en hospital, blw vs papillas… y un largo etc que he ido descubriendo a lo largo de mis 2 años de maternidad.
En esta ocasión como el título del post ya os indica, os voy a contar mi experiencia sobre el tema del colecho, y es que para artículos profesionales sobre si es mejor que el niño duerma con nosotros o no… ya hay muchísimos en la red y muy probablemente la mayoría de los que me seguiïs, ya los habréis leído.

Cuando me quedé embarazada empezamos a montar la habitación del pequeño vikingo, que por cierto quedó de rechupete, modestia a parte 🙂 con unos muebles y una butaca de lactancia en blanco preciosos, las paredes pintadas al estilo El Principito con una luna, estrellas, planetas… una pasada y por supuesto la cuna, una cuna de estas convertibles con cambiador en los pies que cuando el niño crece se convierte en tropecientas cosas, entre ellas una cama, un escritorio, una mesita de noche…
¡Estupendo! con la habitación montada para cuando vikingo creciera un poquito, también compramos una Minicuna de colecho para los primeros meses. Es un invento genial porque se acopla a la cama con unos cinturones de sujeción que van por debajo del colchón, le quitas una de las barandillas de madera, le frenas las 4 ruedas y el peque tiene su espacio pero unido a la cama de los papás.
La verdad es que le sacamos mucho partido los 6 meses que vikingo cupo en ella. va de fábula tanto si hacéis lactancia materna como si no. Me encantaba dormir cogiéndole la manita y estando en contacto con él.

Una vez ya se le quedó pequeña la cunita, el paso siguiente nos pareció lógico y era llevarle ya a su habitación, a su supercuna convertible.
establecimos rutinas de sueño con la cena, el baño y a la butaca a mecernos mientras o bien le cantábamos alguna canción inventada, le contábamos algún cuento inventado también o le poníamos a nuestra querida Dàmaris Gelabert y sus «cançons de Bressol» y el paso más complicado, le metíamos en la cuna sin despertarlo. Había días que lo lográbamos a la primera, otros no. Pues bien, tanto con luz quitamiedos como sin ella, era un constante ir y venir, ya fuera por los múltiples despertares del peque como por comprobar que estuviera respirando y bien.

Lo estuvimos intentando en verano y al ver que no había manera de descansar ni él ni nosotros, decidimos volver al colecho y qué cambio! al menos ya no se me salía el corazón por la boca casi cada hora cuando por el escucha oía al peque llorar, ahora sí me despertaba tambbién, sí me llevaba un susto ya que soy de las que a la mínima se sobresaltan pero al momento el peque se tranquilizaba al sentirnos a su lado y todos dormíamos de nuevo.

Cuando ya tenía año y pico, volvimos a hacer la intentona de que durmiera en su habitación pero el resultado fue el mismo. despertándonos casi cada hora porque perdía el chupete, quería agua, se asustaba… y sin descansar a gusto así que de nuevo volvió a nuestra cama y exceptuando algún día que lo hemos vuelto a probar, aí seguimos, el peque con 27 meses y colechando con nosotros.

Ciertamente no se duerme igual que sin peque en la cama, al menos yo. De hecho os confieso que como mejor duermo es sola, será por lo que comentaba más arriba que a la mínima que me rozan o hay algún movimiento, me despierto sobresaltada. Además, contra más mayor es vikingo más ocupa, más se mueve y más patadas, codazos y cabezazos recibimos en distintas partes del cuerpo, dependiendo de si el señorito está en posición normal, perpendicular a nosotros o con la cabeza en los pies.
Eso sí, no cambio todos estos inconvenientes de mi sueño para que él pueda dormir tranquilo, seguro y nosotros poderle acompañar en sus despertares y sus terrores nocturnos que hace un tiempo que parece que empieza a tener. Y además, no hay cosa más preciosa que despertar junto a él o mejor aún, que él te despierte con una caricia, un besito, un «nonnia mami!» (bon dia, buenos días) o sí, también con un susto, le encanta dar sustos!

Ya veis que también en estos temas se puede adoptar una postura más moderada y sobretodo lo más importante, una postura que os convenga a la familia que sois los que tendréis que sobrellevar unas cuantas noches antes que vuestro peque duerma del tirón, si es que lo logra.
¿sois colechadores, no colechadores, habéis probado ambas cosas, ¿cuál os funciona mejor? ¡Contadnos!

Abrazos vikingos.