Micropost: ¡Yo arreglo ojos!

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Hace tiempo que los peques de la edad del Vikingo, especialmente las niñas se han fijado y nos hacen la pregunta: —¿Qué te pasa en los ojos?— o —¿Por qué tienes los ojos cerrados?— Hasta ahora pero, el Vikingo no había mostrado ningún tipo de inquietud o interés al respecto, pero a las puertas de cumplir 3 añitos, lo ha hecho.

—Mami, obe ulls! abriéndomelos él con los dedos—
—Yo aleclo ulls—. —Si carinyo? i com els arreglaràs?—. —A matillo!— Coge un juguete que simula un martillo e igual que simula arreglar sus coches, aviones, otros juguetes, nos da muy flojito en la frente encima de los ojos y ¡voilá! ojos arreglados.

La verdad es que la ocurrencia del martillo me hizo muchísima gracia, tan inocente mi chiquitín! lo que confieso que me dió pena y se me escapó alguna lágrima al principio, es cuando se empeñaba en que abriera los ojos. Siempre he tenido presente que ese día llegaría y que yo sería fuerte y no haría un drama de ello pero al final, cuando tu peque te cuestiona por primera vez por tu discapacidad… es durillo.
Él sigue pidiéndonos tanto a su papi como a mí que abramos los ojos o haciéndonos notar que los llevamos cerrados y ahora ya lo llevo perfectamente, me lo diga en casa, en la calle, en el bus, siempre le cuento lo mismo, que mami tiene pupa en los ojos y casi no los puede abrir igual que se lo dice su papi, ¿Para que darle de momento más explicaciones? y se queda conforme…, hasta que le vuelve a venir a la cabeza.

Micropost: De como despertar al dragón

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Lo que ayer aprendimos, porque aunque vikingo tenga ya 23 meses, seguimos siendo primerizos en algunas cosas y es que en realidad, nos pasamos la vida aprendiendo y aprendiendo, es parte de su encanto.
La lección de hoy, evitar cualquier elemento susceptible de excitar en demasía a E-chan a partir de pongamos… después del baño, que vienen a ser las 8 de la tarde.

juguete de Zuma montado en su deslizador

Su papi todo contento le había comprado el sábado una figurita de Zuma de la Patrulla Canina montado en su overcraft y se le
ocurrió dársela ayer tarde. Bueno, os podéis imaginar al peque encantadísimo de la vida con su Zuma. Jugó mientras papá vikingo preparaba la cena, se lo puso al ladito a la hora de cenar y lo tuvo en las manitas al terminar de cenar, lavarse los dientes y con su mascarilla e inhalador.
El drama o el despertar del dragón fue cuando le dijimos que era hora de dormir y pretendimos cogerle a Zuma. La llorera que cogió le duró como una hora, de hecho se puso inconsolable, al final logramos medio convencerle que Zuma tenía mucho sueño y que dormiría con él pero que tocaba dormir.
Se ha pasado la noche super inquieto, despertando cada 2 por 3 y por supuesto lo primero que ha pedido esta mañana sabéis que ha sido? ¡A zuma!
Otro drama a menor escala según cuenta papi ha sido dejar el juguete en casa para ir a la guardería.

¡Si es que de todo se aprende! hay que verle el lado positivo a semejante noche.

¡Abrazos vikingos!

¡Dientes! ¿duelen?

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Curiosamente si no todos, muchos pediatras comentan que no hay evidencia científica que demuestre que a los bebés les duelan los dientes cuando salen, de hecho a mí me ha llegado a decir un pediatra: «¿A que tú no recuerdas que te dolieran cuando te salieron los dientes definitivos?» y ciertamente no, no lo recuerdo pero sí recuerdo muy bien lo que me molesta la única y maldita muela del juicio que parece que no acabe de salir nunca del todo.
Por otro lado, la misma pregunta sobre los dientes y si duelen o no al salir la planteas a las madres/padres y también curiosamente, todos te dicen que sus pequeños han tenido algún síntoma que ha coincidido con la aparición de algún dientecito. Que si culito escaldado, diarreas, mucha baba, muchas ganas de morder y meterse algo en la boca, algo de febrícula, les cambia el humor…

Mi vikingo ha sido un claro ejemplo de lo que quiero decir, hasta ahora como mucho podíamos sospechar que las diarreas que tenía o cuando se metía mucho las manos en la boca y mordía y babeaba como si no hubiera un mañana, podía ser porque le despuntaba algún diente pero esta madrugada, sí, porque estas cosas siempre tienen que pasar a horas intempestivas, nos lo ha dejado bien clarito. Después de unos minutos de un llanto que muy bien podría ser la sirena que anunciara el apocalipsis final, ha logrado decirme lo que le pasaba: «a boca, a mal!!!!!!» cogiéndome la mano y metiéndosela en la boca.
Al final he logrado calmarle con mi dedo en su boca, acariciándole dientes y encías y él mordisqueándome, suave… y es que no hay mejor mordedor ni más natural y amoroso que el dedo de su mami. Ya más relajado ha pedido su «pete» y ha seguido durmiendo.

Con todo lo que os he contado, yo me pregunto: ¿No sería hora que nos fijáramos más en las evidencias empíricas para opinar de si duelen o no los dientes al salir?

¡Abrazos vikingos!