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¿Os imagináis ir a un parque acuático con vuestro hijo, y que por arte de magia, cada vez que le soltárais de la mano alejándose lo más mínimo se volviera invisible para vosotros? ¿Cómo os sentiríais?
En este cuarto episodio queremos compartir con vosotros como lo vivimos Juanjo y yo como mamá y papá ciegos, sin poder ver donde está el peque, y ni tan siquiera escucharle, por todo el jaleo de la gente y por lo amplio del parque.
es en actividades como estas, en las que consideramos que al menos por el momento no podemos ir solos los 3, en las que eres más consciente que nunca de que ser ciegos es una gran **** y hay que lidiar con la frustración que ello te causa. Eso sí, por suerte estos momentos no son los más, aunque no hay que negar que existen, ni dejar de hablar de ellos.
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