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Uno de mis primeros posts fue en el que os conté mi preparto y parto y en él os dije que algún día escribiría sobre mi postparto y nuestra adaptación. De eso ya hace más de un año y el post sigue sin escribirse.
Como es un tema que aún me remueve bastante, he pensado que el vdln sería una buena excusa para hacer ese post que tanto se me resiste.
Son muchas sensaciones las que viví, muchos sentimientos, unos dulces, otros más amargos… es aún un torbellino que no tengo muy claro como ordenar así que allá vamos.
El peque nació y las 48h que estuvimos en el hospital pasaron rápidas entre tratar de descansar, tratar de establecer la lactancia materna con el chiquitín, aprendiendo a estimularme los pechos para ayudar a la subida de leche, recibiendo visitas de familia y amigos, la compañía de mis padres, el apoyo en todo de todos… sobre todo de JJ y mi madre, l’àvia vikinga 😉 y así, con un pequeño susto sobre si nos tendríamos que quedar o no por el tema de la vilirrubina del peque, al final nos dieron el OK para volver a casa.
En casa tenía instalados a mis suegros, son de Málaga así que vinieron en cuanto se les avisó que iba de parto. De hecho les dió tiempo de sobra con lo largo que fue el nacimiento.
Y fue en casa donde realmente empezamos a darnos cuenta del cambio de 180 grados que había experimentado nuestra vida. El tiempo para nosotros se había esfumado, incluido el tiempo de descanso. El chiquitín no dormía bien y entre pecho, bibe, cambiarle, sacaleches… nos pasábamos las noches en danza.
Las noches las pasaba acompañada de papi vikingo pero durante el día ya cuando él empezó a trabajar, aunque teletrabajaba, era yo quien estaba por el pequeñín y fueron muuuchas horas él y yo juntos por eso para intentar no pensar, usaba el iPhone como reproductor de música. Escuchaba mucho una emisora a la cual me enganché en mi viaje a Colorado en 2011 .
Pero claro, eran muchas horas de butaca y es que lo que más me pesó del postparto fue el tema de la lactancia. El pequeñín tuvo que hacer por circunstancias lactancia mixta ya que no hubo manera que me subiera la leche y a resultas de ello primero perdió mucho peso, así que imaginaros. NO podía parar de llorar y angustiarme hasta que acepté que lactancia mixta era lo que tocaba.
Mientras mi yo interno trataba de asumirlo y hacerse a la idea que otra de las muchas cosas que había soñado estando embarazada tampoco se iba a cumplir, la música seguía sonando y sonando. La recopilación de canciones de disney Princesses fue otra fiel compañera.
Horas, días, semanas en la butaca de lactancia, meciéndonos, estimulando, bibes, sacaleches, frustraciones, amor, tristeza, llantos, relactador, humillación, teléfono con asesora de lactancia, whatsapps, apoyo, ánimos…, y al final, después de dos meses, resignación y aceptación.
Sí, en esta casa somos de gustos musicales muy eclécticos y no sé por qué, sentí que debía sonar Chiquitita también. Mi estado de ánimo concordaba con el de la chica de la canción verdad?
Dos meses lo intenté, hasta que el peque ya no quería saber nada de la teta porque de ahí no salía lo que salía del bibi. Y aunque aún me queda por superar, lo más importante que es mi hijo ha crecido fuerte, grande, guapo y sobre todo y esencial, sano y feliz. Y aunque fue un postparto agridulce, fue una experiencia en la que aprendí mucho y aprendimos a establecer otros vínculos dado que no pudo ser el de la lactancia. Eso sí, para mi chiquitín fui un chupete estupendo durante esos primeros meses y su refugio favorito para sentirse acogido, calentito y arrullado ya que la música no solo me consolaba a mí sino que yo no paraba de cantarle a él.
¡Feliz #vdln hoy desde las entrañas!