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¿Os gusta la nieve? a mí me encanta, ¡me apasiona! será porque la conocí de bien pequeñita cuando íbamos con mi familia a esquiar.
Ya veis, en esta foto era algo mayor que el vikingo pero no mucho más, quizá medio año. Así que dada mi devoción por la nieve, tenía muchas ganas de ver la reacción de mi peque al conocerla.
Tenemos la gran suerte de que mis padres se han comprado hace poco una casita en un pueblo de los Pirineos así que este año que vikingo ya es algo mayorcito, decidimos que pasados los reyes, subiríamos una semanita mis padres, JJ, vikingo, yo y nuestros peludos compañeros.
La primera vez que pisó la nieve fue en las pistas de esquí de la Molina. Por supuesto no esquió pero más o menos se lo pasó bien, eso sí, no hubo tu tía de ponerle las manoplas así que cada vez que tocaba la nieve «a mal, a mal!!! fed!» o sea, «me duele, me duele! frío!»
La segunda vez que la pisó fue en Guils de Cerdanya, un pueblecito completamente nevado. Yo tenía mucho mono de nieve hay que confesarlo así que nos animamos a coger el coche y nos fuimos en búsqueda de la nieve.
En esta ocasión, no disfrutó de la nieve, estaba cansado, hacía mucho frío, seguía sin querer los guantes y esto de la guerra de bolas de nieve… como que no le convenció mucho, especialmente cuando una de las bolas aterrizó en su anorak. así que lo metimos en su sillita en el coche donde se quedó dormidito con mi padre mientras mi madre y yo, que en otra vida debíamos ser vikingas de las del norte, nos fuimos a dar un garbeo nevado.
¿No se nota que me gusta la nieve verdad?
en conclusión. Me ha encantado que el vikingo conozca la nieve aunque aún es muy chiquitín para disfrutarla. Se lo pasó mejor jugando en el jardín de casa o en los paseos por Puigcerdà comiendo churros y montando en una moto de estas de meter 1€ y que se mueva que no pisando la nieve.
De todos modos el año que viene más! que seguro que al ser más mayorcito empieza a descubrir todas las bondades y encantos de este maravilloso y frío blanco elemento.
Para terminar y como siempre, todo mi amor y agradecimientos a mis fotógrafos, que en este caso han sido mis padres.
¡Abrazos vikingos!