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Como papá vikingo ha ido a unas charlas de esas frikinformáticas a las que él va…, de las que lo único que he sacado en claro es que el flow es lo que Rider usa para que la Patrulla Canina pueda utilizar sus mochilas y vehículos a base de ladridos, el pequeñín y yo hemos estado jugando un rato con sus coches y luego se me ha ocurrido prepararle plastilina casera para que experimente.
He estado cotilleando por internet y he encontrado muchas recetas pero como el peque es algo impaciente cuando no estoy por él, me he decidido por esta receta
Se prepara en un momento pero creo que tendré que hacer más intentos, una porque no tenía colorante alimentario para hacerla de distintos colores y más vistosa y atrayente para el peque y otra porque no me ha terminado de convencer la textura.
Una vez preparada, para tener el área de devastación plastinil controlada, le he sentado en la trona y le he puesto la masa en cuestión para que jugara. Su reacción? mirársela, tocarla un poco y ver como yo me lo pasaba bomba haciéndole bolas o «potillas» como él las llama que significan pelotillas, haciéndole lunas, churros… y en cuanto me he despistado, se ha puesto a catarla y a catarla y… ha seguido en ello. ¡Incomprensible! si está saladísima! pues es igual, no sé de qué me sorprendo sabiendo que es un niño a quien le gusta probar de todo. Eso sí, entre bocado y bocado pedía agua, normal, eso es pura sal! mientras tanto me pedía que le siguiera haciendo bolas.
Una vez decidió que la masa no le iba a aportar nada más en cuanto a sabor y vió que se le endurecía en las manos, empezó a llamarme medio agobiado diciendo «a mal, a mal!» su método infalible para que vaya al momento, cualquier cosa que le molesta, incomoda, duele… es «a mal» o sea daño. Así que a lavar las manitas y experimento finalizado.
Mis conclusiones:
- Hay que volver a intentarlo.
- Tengo que mejorar la textura y apariencia para que le sea más atractiva al peque.
- Usar algún cortapasta o molde para hacerle formas.
- Tener una botella de 2 litros de agua en previsión a que vuelva a degustar la masa.
¡Abrazos vikingos!